lunes, 28 de febrero de 2011

Martes de liberación

Martes de liberación

Salgo al fin del hospital. Pasaron 48 días, 16 trasfusiones, más de 100 extracciones, 1152 horas de 4 paredes. Todo queda atrás: dolores, temores, insomnio, encierro; o al menos eso creo.
En remise a la terminal, el micro puntual hasta retiro y un tren que no se hace esperar. (Aunque debo aclarar que estando a dos personas de sacar el pasaje, cerraron la boletería y la otra fila sobre pasaba las 20 personas. Por suerte tenía monedas) Entre llamados y mensajes de texto me reencontré con mi ciudad, mis calles y los últimos pasos que el di el año que paso. Siento que al fin le estoy poniendo los pies al 2011.

Llego a casa y la reacción del perro es extraña, se pone a temblar, me esquiva y se pone a jugarle a mi mamá, vuelve a entrar y se va contra sus tachitos, donde se sienta y me mira fijo, lo acario un rato y minutos después ya estamos jugando. Ducha mediante, lo saco a pasear y la vuelta manzana es tan igual que siento como si hubiese hecho lo mismo ayer. Pero no todo ha quedado atrás; el temor no se despega y no salgo de la vuelta manzana en dos días, hasta el jueves a la tarde que voy a Victoria. El viernes visito la radio, las caras de felicidad que me rodean me cambian el aire.

Dormir no duerno sin despertar de madrugada y despertarme antes de las siete. Incluso el sábado que me acosté a las cuatro cuando los amigos se fueron. El viernes visité a la Doctora y me contó de días de solo 2000 plaquetas. He tenido suerte de poder seguir escribiendo. No tuve un buen sábado más allá de las hermosas visitas, el cansancio y el miedo han azotado el espíritu. El domingo, logro dormir hasta las nueve. Me siento bien y hay asado, por la noche juega Tigre contra River en Victoria y voy a cubrir para El Olimpo digital y también salgo en vivo por la Radio. Soy feliz y me siento renovado. No sólo he vuelto a casa y ha los lugares que conforman mi galaxia, tengo a las letras bajo los dedos y aquella hambre de mundo que tan bien le hace a uno. Soy feliz por más que el martes le ponga a esto un stop transitorio.

domingo, 27 de febrero de 2011

Ni sangre, ni palabras… El Alta.

Ni sangre, ni palabras… El Alta.

Es la mañana del martes y no se mueve nada. Mientras tanto en Ateneo se debate mi caso. Alta ambulatoria o cuchillo. Dudo que me salve del corte, pero unos días en casa le vendrían bien a la psique y al cuerpo marchito de cama.
Los de Clínica Médica repasan todo lo que se dijo ayer, y concuerdan con hematología que estamos más cerca del PTI que de la mielo. Hablan de pedir otros estudios inmunológicos y de una biopsia, de que debería conseguir una muestra de tejido de la punción del 23 de diciembre.
Sofía me pasa el conteo del día anterior, no lo puedo creer, me sorprende. Técnicamente estoy mejor que en Agosto. 93mil plaquetas. Me voy a ir y el próximo control será por consultorio externo. Debo esperar a que venga Hernán para hablar conmigo así después me puedo ir. El mediodía se extiende hasta las 15, hora en que al fin abandono el Hospital. Minutos antes el hematólogo pasó a hablar. Entre varias cosas dijo que no es normal en una plaquetopenia la baja de plaquetas, que no les queda claro el diagnostico de mielodisplacia, el cuadro de anemia. En cuanto a qué se debe la suba del conteo, plantea una reacción tardía a la inmunoglobulina o a los corticoides, esto ultimo con menos aceptación. Hay que esperar y seguir con controles, me harán otro el próximo martes, acá mismo, debo llegar a las 8 y en ayunas.

(El ultimo desayuno)

sábado, 26 de febrero de 2011

Ensalada médica

Ensalada médica
(Comienza a caer el diagnostico de mielodisplacia)

El lunes (7 de Febrero) me hacen la muestra de sangre una vez más. Esta vez se llevan tres tubos y el vidrio para el Frotis. Más tarde aparecen de Clínica Médica. Uno relata la historia del paciente (Curiosamente tiene la misma voz que mi amigo Skuff), un médico entrado en años y otro que está terminando de aprender. Ordeno el relato, para que tenga algo más de sentido el desarrollo de los estudios. El clon vocal de Skuff argumenta que entré para ser operado esta semana. Sugieren una ecografía “que ya podemos ir pidiendo”. Palpando sienten el Bazo, pero quieren ver mejor la zona y la tomografía no tiene el informe. “Muy joven para mielodisplacia” se escucha. Apuntan al PTI y la intervención. Se marchan sin más.
Un rato más tarde llega Yamila de Hematología, quien hizo el conteo del sábado. Me consulta sobre fechas de estudio, de resultados y la medicación. Ellos dudan del PTI e incluso de la mielodisplacia. Me habla de hacer estudios y me quiebro en llanto al decirle que no puedo soportar más días internado esperando. Me habla de la posibilidad del alta y del problema que representa la lejanía de mi hogar.
La tarde tiene la hora en que el hospital se vacía de especialistas, viene Sofía (de Guardia Médica) y me pide que no la mate, que la mandaron de Hematología a pedirme que me quede un día más, que por los valores de las plaquetas debieran darme el alta ambulatoria. Pero querían esperar un día más para que me vean los hematólogos del martes.
En Clínica Médica ponen en juicio la mielodiplacia, tanto como en Hematología, la diferencia es que los médicos operarían el jueves y los otros prefieren esperar un poco. En el medio yo que cada día entiendo menos, pero que me alivio al saber que cada día se habla menos de transplante de médula.
Será otra tarde de paseo, pero con mi vieja. A quien acompaño luego a tomar el colectivo de vuelta y después me voy al ciber.
A pesar de las distracciones, la noche se hace gigante, aunque algo descanso

viernes, 25 de febrero de 2011

Quebrado

Quebrado

La distancia me tiene arrinconado
las horas se estiran más de la cuenta
me angustian las penas ajenas,
me asustan los gritos de a la lado.

Todos morimos por un rato,
cuando nos cuelgan de las venas,
pero por más que nos tape la niebla
recuperamos con fuerza el paso,

o al menos, lo intentamos.
La resistencia nos evita la pena
y el miedo en todos sus formatos.

Sin embargo, la lejanía me hace esclavo.
Y estas lágrimas que brotan en cadena
son la suma de ningún resultado.

jueves, 24 de febrero de 2011

Otro domingo

Otro domingo

Lánguido amanece el domingo, la fresca madrugada se estira más de la cuenta y se vuelve pesada. Se le suman lágrimas de lejanía y angustia. Pido hablar con algún médico, llaman pero nadie aparece. Una hora después todo se complica en la cama 7, por lo que entiendo que ya nadie vendrá.
Intento moverme lo más que puedo, me siento con una energía que antes no tenía y aprovecho para estar afuera, en el pasillo el mayor tiempo posible.

En una especie de milagro limpian el baño (las chatas no).
Cerca del mediodía, y luego de los Testigos de Jehová, llegan el pela y mi viejo. Charlamos un rato, uno se va el otro se queda. Me dejan ir a pasear y por la tarde con papá salimos del Hospital, por las inmediaciones y el ciber de enfrente. Todo tranquilo y despacio.
La tarde-noche llega en soledad, vuelve la angustia de la distancia y el mar de lágrimas en que se convierten los ojos y la cara. Todo es pesado, sobre todo los minutos que se arrastran como caracoles. Horas de 180 minutos.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Primer contacto

Llegó el sábado, se hizo esperar, vienen a sacarme sangre luego de merendar. Ella es de Hematología. Como en Vicente López, no siento ni el pinchazo. Conversamos un rato y al igual que con César, el tema se b asa en la falta de coordinación y comunicación entre hematología y Laboratorio a la hora de hacer una sola extracción. Con la aclaración obvia de la especificidad de uno y otro.
Más tarde llega Lorena (que está buena) y Federico (sino recuerdo mal lo que dijo), ambos son hematólogos. Les doy la carpeta que Bibiana les envió; son los estudios, unas muestras y el resumen de historia. Me interrogan, me revisan y una vez más, por suerte, tengo mi libreta de medicación. Cantidades y prolongación de tiempo de los corticoides es lo que sirve, más la cantidad de transfusiones de “solo plaquetas”. Volverán luego a darme los resultados del conteo. Eso sucede a la tarde, cuando mi mamá ya estaba conmigo (tras cuatro horas de viaje). Pasó Lorena y dijo que el conteo era elevado, 53mil. No dejo de alegrarme, pero tampoco de asombrarme.
Entre tanto olvide pasarle el número de teléfono de la Doctora para cualquier consulta.

martes, 22 de febrero de 2011

Una gran virtud, un mayor defecto

Una gran virtud, un mayor defecto

Voy a empezar por lo feo que va más allá del aspecto de sucio y viejo de la habitación (sigo preguntándome como llegó esa mancha de Yodo al techo). Lo del baño es impresentable. Si en Vicente López me quejaba por que la canilla del lavamanos no funcionaba y que me duchaba con una jarra; me arrepiento de lo que dije.
Acá el inodoro petizo escupe agua por la borda luego de apretar el botón, en donde se supone que hay una ducha reposan: una colección de chatas, un balde, una palangana y un papagayo. Todo envuelto en un manto de mugre, como no podía ser de otra forma.

Lo bueno, más allá del ruido del transito (cosa que no extrañaba) el ventanal es excelente. Puedo ver irse la tarde sobre los techos y los árboles. El aire no necesita acondicionarse, es viento y anima y aviva.

Es de noche y asomo por la ventana para ver la oscuridad platense.

Bailan estrellas compañeras,
todas bellas.
Tanto tiempo sin verlas;
hoy debajo una lágrima se cuela
Entra el aire y el alma se engalana.
Se escuchan grillos
que en Tigre están extintos.




Todavia me pregunto como llegó el Yodo hasta ahí arriba




lunes, 21 de febrero de 2011

Habitación doble

Habitación doble

El compañero es bueno, tranquilo al menos. Tiene el estómago hinchado y voy a ser testigo de cómo le sacan algo más de tres litros de líquido en dos bolsas. Mañana por la mañana veré como luego de mucho tiempo vuelve a comer algo –será el desayuno-. Tenía miedo de comer, pero me pareció correcto decirle que lo mejor era que ingiera algo.

Me cuenta que también llegó el viernes, pero al mediodía, se vino solito en un remise que lo trajo desde Estancia Chica. También comenta que “acá se está bien, hay bueno médicos. Por suerte no es Sala. Ahí no te dejan dormir gritan todos, están con la radio o esos televisores chiquitos”. Para mi tranquilidad, además agrega “peor es el Romero, es más chico que este pero ahí los médicos te dan cuchillo sin asco”.

Me ofrece su milanesa de pollo, yo acabo de cenar la mía y le digo que no, que estaba ya satisfecho. Increíble pero luego de más de 40 días comí una ensalada, nada raro zanahoria y pepino, pero es un manjar.

Llegando las doce el compañero cierra la ventana, el calor aplasta y viene el doctor a revisarlo, le pido que abra la ventana y coincide en que hace calor. Gané una batalla, si es que la hubo.

domingo, 20 de febrero de 2011

Hospital San Martín

Hospital San Martín - 1 y 71 - La Plata, Buenos Aires.

Hospital San Martín

La primer impresión es la de ver un dinosaurio que mantiene cierta prolijidad y cuyos pasillos largos y altos transmiten silencio. Luego de mil y una vueltas encontramos el lugar que será mi nuevo hospedaje. Entramos a la Sala B en el Pabellón Rossi, cama 4 (con P de pasillo) la 5 es la V y está ocupada. Las ventanas (mejor dicho ventanales) son dos, una está cerrada. Aprovecho que mis venas son libres de vías y me asomo a ver a donde dan. Hay un jardín antes de la calle, un par de negocios enfrente y se extienden techos oxidados. Aislamiento, pero del mundo.

Pasa más de una hora hasta que aparece algún médico, casualmente uno se llama Martín, el otro Emiliano. La revisión es más extensa, palpan y sienten que el bazo está algo más inflamado, “por el diagnóstico es normal” me explican.

Que bueno tener mi tabla de medicación. Les puedo indicar qué y cuánto, me fueron suministrando. No saben bien, pero comentan que quizás hasta ya tengo fecha de operación; pero tienen que verme de hematología al otro día (el sábado). Sería bueno después de tanto tiempo de día tras día sin un día, tener un plazo.

100 segundos (video)


100 segundos: Poema improvisado, video de 100 segundos de duración.

Ficha técnica:
Cámara: webcam (Bangho)
Sonido: onboard (Bangho)

sábado, 19 de febrero de 2011

Fin de la primera etapa

Fin de la primera etapa

Es viernes 4, un día más en la transición. Todo ocurre temprano: me desperté, me controló la enfermera, limpiaron la habitación, la extracción de hematología, el desayuno tampoco se hizo esperar, incluso converso en el hall y temprano llega mi vieja con una visita matinal. Es Mirian que en imagen y relato me acerca el barrio. Tomamos unos mates, cerca de las 11 ella se va y ni bien traen el almuerzo, con mi mamá comemos. Es raro porque siempre esperamos casi una hora, sin embargo hoy apenas son las 12.

Planeo la tarde: Play, película o sentarme a escribir. Decido postergar la decisión para después que pase Bibiana para ver si hay alguna novedad desde La Plata (piensan en trasladarme para que me operen del bazo) y si la tomografía arrojó alguna cosa. En secuencia con el día la Doctora aparece apenas dan las 13 y me dice que desde Tigre ya me vienen a buscar por que hay que estar antes de las 16 en La Plata: Sala B, Cama 4.

Mi mamá junta las cosas, yo me doy una ducha. Después ella termina el papeleo y yo de acomodar, pero los del SET ya están acá. Mi remese especial, donde atado a una camilla protocolar, me cambian de hospital.

Quise dejar una nota al cuerpo de enfermeros, no me alcanzó el tiempo. Tengo bronca, era algo que sentía hacer, quizás suene a estupidez pero me quede con el cartelito de “Gracias por todo” entre los dientes. Le dejé la llave a Cristian, para cuando mi hermano vaya a buscar las cosas que allá se quedaban un rato más.

mi vista del Obelisco

viernes, 18 de febrero de 2011

Mi Tomografía

Mi Tomografía

Hoy es el día…” grita Andrés en una canción a la que le podemos cambiar el titulo por el acá expuesto. (El que no conoce busque entre las 101 canciones de El Salmón).

Tengo en la frente, desde hace unas tres semanas, una corona de espinas en forma de granos. Por las sábanas dijo alguno, por el calor sugirió otra, por los corticoides sentenció la Doctora. Creo que eso espantó a las técnicas del tomógrafo que me pidieron que cruce el brazo derecho por encima de la frente.

Para que el país en un puño apretado…” retumbaba la voz de Víctor Hugo en mi cabeza cuando noté que mi mano se mantenía cerrada. La del brazo izquierdo, la de la vía que llevaba el contraste. Me di cuenta de eso inmediatamente y sin embargo no cambié la posición. Una voz computarizada en español, con poco acento pero marcado, daba ciertas pautas: “respire y contenga la respiración”, “respire normalmente”. Si, soy inmaduro: casi exploto de risa. Me tente y mucho, sobre todo al ver mi cara reflejada en el Scanner. Por momentos pensaba en cuando me van a centrifugar, eso no ayudaba a contener la explosión. Milagrosamente lo conseguí. A Esta voz en español la cortó un perfecto castellano: Diego aflojá la mano.

Hubo una indicación que me saltee, creo que por fortuna: “respire y contenga la respiración”, dijo el aparato antes de comenzar a moverse, pero nunca le hice caso. Dudé, no entendí o como que no escuche o creí no haberlo hecho. Insisto: menos mal. Ya que la indicación de “respire normalmente” llegó unos cinco minutos más tarde.

El frío que hacía en esa sala es digno de ser nombrado. Si bien te cubren con una frazada, les recomiendo lleven abrigo.

jueves, 17 de febrero de 2011

Cuarenta

Cuarenta

40, como alguna vez escribió Miguel (Abuelo). Hablaba de edad, yo de días; su destino más próximo, e inconsciente, el Hospital, el mío la salida, que se extiende pero que reconozco como única meta.

Inflo un globo de guante que encierra viento y tiempo, le pliego el pulgar y lo pego en la mesita. Nadie lo nota, es intrascendente, pero tiene la fuerza de los bueyes del Lejano Oeste. Estoy casi seguro de que lo han visto todos los que pasaron, pero se evita el comentario. La carga simbólica es mucha, la fuerza también. No solo es lunes, es 31 de Enero, es el día de saber si el conteo sube como para salir de acá, el fin de mes, el segundo final que transito desde este lugar. El guante no puede ser solo un globito, debería ser una manifestación, un desafío para Eliseo Verón y la manga de nabos que te enseñan a reprobar semiótica creyéndose los dioses de Sociales.

"Dicen que de los 40 / se sabe más cada día." Reza aquel poema, yo entiendo cada vez menos. Pero algo está claro. En días o semanas, dependerá de la buena voluntad y la disponibilidad del Hospital San Martín de La Plata, este cuerpo se quedará sin Bazo…

…vayan trayendo una jarra.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Fin (de mes)

Fin (de mes)

Volver atrás desde el ánimo de libertad.
Cuatro días de calle, tardes de paseo sin soledad.
Esperando el efecto positivo que libere
este cuerpo medicinalmente mejor que en noviembre.

Llega la noche con su ansiedad,
los mares de prevención se instalan una vez más.
El miedo no domina, no hace mal
es vigía y alerta ante la posibilidad de continuar acá.

Afuera la tormenta baldea la ciudad
acá adentro la situación en lágrimas, es similar.

Es lunes, el clima está enrarecido en todo el hospital,
las luces se cortan, no percibo un día normal.
En el laboratorio dicen “todo para atrás”
Para todo, un día más hay que esperar.

Otra vez atado a la plástica vía.
Ayer con la llave para pasear,
hoy nuevamente la artificial cadena
con el sabor absurdo de esta condena.

DaD. 01 de febrero de 2011

martes, 15 de febrero de 2011

30 de Enero – Merienda de avenida

Merienda de avenida

Horario habitual de salida, pasaditas las tres de la tarde. Cambia la compañía, está mi viejo y salimos de ronda. El calor es insoportable, la humedad es realmente asquerosa, pero insisto: poco importa a la hora de abandonar este aislamiento. Ayer no salí, estaba muy cansado, las piernas venían tropezando en la flojera. La lluvia matinal tampoco aportaba entusiasmo.





Vamos por Irigoyen hasta la avenida y encaramos al Bajo, por lo menos a oler los pinos y cambiar el aire. La diferencia con el jueves, es que doblamos en Gral. Campos “la calle de Perón” según me comenta y entre diagonales, casas bajas y árboles frondosos dimos con la Quinta de Olivos. La costeamos para volver, el canto de los pájaros es mucho, se extrañaba más de lo que podía imaginar, se disfruta a otro nivel, como aquella lluvia. En la vuelta vimos un par de antigüedades, o como diría mi amigo Juan Pablo: cosas viejas. Le rechazo toda idea acerca de que las sillas de metal quedarían bien en la terraza. Me opongo estética y funcionalmente. Igual sugiero que de comprar los adornos de tres elefantitos, debe llevarse en paño sobre el que reposan.

Devueltos a la esquina de la Avenida e Irigoyen paramos a merendar. Nos quedamos en la vereda a respirar smog (reitero: en otras circunstancias ni de casualidad) “mientras por afuera pasan los aviones” que miro en su recorrido hacia la pista. Uno de esos café fríos con chocolates. No son la gran cosa, pero entre la leche en polvo caliente y los te de la mañana, es un manjar de Dioses. Ahí se diluyó casi una hora sin notarlo. Nos volvimos, en el escritorio del Hall esperaba frío un vacito con leche y un sobre de Te, acompañado por un paquete de galletitas, mi ración de merienda. Me guardo las galletitas y me voy a duchar. Ha pasado otro día de paseo. El lunes nos dirá que fue el último.

lunes, 14 de febrero de 2011

28 de Enero – De carteles

28 de Enero – De carteles

Dice la televisión que la sensación térmica es de 38 grados. Seamos realistas, si estuviese en Tigre no pongo un pie fuera de casa ni de casualidad. Agarramos por Francia para demostrar que mi viejo, durante su primer semana de visitas nocturnas, estuvo caminando unas 14 cuadras “al vicio” en sus viajes a pie desde la estación Florida. No llegamos a 500 metros de esquina Caseros que nos topamos con Cetrángolo.

Estación amplia, de madera, no tiene un gran atractivo. El cartel que la anuncia conserva el bordo del primer color que trajo TBA. La barrera está baja, repica la campana hace dos minutos, se encolumnan los colectivos y me quedo a esperar en el cruce a que pase el tren.

Más allá del recorrido el paseo tuvo su momento de esplendor en el recorrido con una pintada en la calla gala. “LOS CHURREROS DE FLORIDA” con tan buen título ¿Qué más podría narrar? Pues bien, la calle nos llena de alegrías y sobre todo carteles.

Retomando por San Martín para luego volver, pasamos por una verdulería. Sobre la vereda, apoyado contra las cortinas el típico pizarrón de ofertas. Sin embargo y más allá de las berenjenas, esta pizarra tenía un ofrecimiento especial. No crea usted que hablo del precio, tres pesos el kilo de papa, no es un “ofertón”, acá lo realmente importante es el estado del producto: “PAPA $3KG (NUEVA)”. Lo cual nos lleva a una lectura rápida y precisa para alertar el futuro: si no está indicado en el cartel definitivamente el tubérculo que le ofrecen señora viene ya de largo viaje, mejor desista y compre en otro lado.

domingo, 13 de febrero de 2011

Libertades condicionales

Libertades condicionales


La exposición al nuevo medicamento, la inmunoglobulina, tuvo una rápida respuesta en la semana y el nivel de plaquetas pasó los 45mil, lo que me abre las puertas para poder salir a pasear un rato. Algo así como Barreda pero con permiso. La posibilidad de que al llegar el lunes y que los valores vuelvan a bajar, implicará dos cosas. Una no volver a salir y dos, que el problema de la mortandad de plaquetas se esté dando en el Bazo.



27 de Enero – Pasos entre frases

Podes Salir de paseo un rato, media hora. Ahora le aviso a los médicos” que palabras tan esperadas para un cuerpo que no abandona un Hall desde hace 36 días. Terminábamos de almorzar y esa frase era la mejor digestión. El sol está bravo y bien en lo alto, esperaremos a las tres para salir más tranquilos.
Impensado pero con ansiedad y todo el tiempo pasó rápido. Una vida descalzo y sin embargo que placer imaginado ponerse las zapatillas. Es el momento de salir.

Bajo lentamente las escaleras, transito lentamente la planta baja y unas 880 horas después volver a mirar el Hospital desde afuera. A dar una vuelta, solo por darla, por el simple hecho de la vuelta en sí misma. Acá no existen las plazas, es todo cemento, es triste hasta ser perro. Pero bueno hay viento y sol en la cara, aunque no se disfrute del todo.

La cabeza está intranquila, una frase da vueltas enteras y solo se detiene a la hora de cruzar la calle. ¡Cuánta atención! La prevención está pleno, es un farol fluorescente. Me hace mirar hacia los lados no menos de 15 veces por esquina hasta llegar al otro lado, donde una vez más las palabras de la Doctora se cuela entre la tarde. “Hay que ver si te sacamos el bazo o no”.

sábado, 12 de febrero de 2011

La tormenta del 16

La tormenta del 16

Cuando el viento empuja fuerte
sobre los árboles,
el agua acumulada se libera
volviendo su aspecto más parecido al humo.

Fondo gris bien cerrado, aún más allá del mismo fondo. De un plumazo se borró el sol y en perfecto brillo de relámpago gritó presente la luz violeta. Se encendieron los faroles de la calle y el agua no tardó ni un segundo en aparecer.

La tempestad era elocuente, al iniciar hasta parecía exagerada. La batalla por desalojar la calle compone el cuadro que a su vista llegaba difuso. Nunca entendió, y tal vez nunca lo haga, por qué las personas en auto se apuran aún más que los rastreadores de un bajo techo ¿Se moja el auto? ¿Tienen goteras?

Desde la habitación de cortas paredes blancas contempla en silencio, como nunca, la escena de la tormenta. Así como nada es simple dentro del sector de aislamiento, no era un simple diluvio, no eran sólo ráfagas de viento, era una marca convertida en huella; un HASTA HOY, un DESDE MAÑANA.

Se había cortado, al fin, la monotonía de paisajes celestes sobre rojos tejados. Un pequeño reflejo en el vidrio le mostró su sonrisa, natural (de naturaleza, de vida) de la lluvia que riega el seco jardín que asoma desde la ventana. Ventana que suena cuando el viento arrima las gotas contra el vidrio.

Sin dudas los frágiles árboles exageran el cuadro que lo distrae de la igualdad en cero entre el Manchester United y el Tottenham, y la continuidad futbolera extendida desde la mañana con horizonte nocturno. En el día en que el cable al fin funciona (solo por hoy).
Agua bendita que se escurre entre el cemento para corte de toda actividad, incluso la inconsciente pero latente, la espera de la nueva semana y alguna novedad.

Pensó: dominguera tarde de paseo devenida en una de mate, biscocho y torta frita. Tigre debe estar barriéndose de turistas despavoridos. Se imagina la rotonda saturada de vehículos escapándole al “mal clima”, aunque lo entristece el espectáculo de bocinas ensordecedoras de calles que solían ser mudas de la cosa artificial.
Se hace imposible no volver a la realidad de Vicente López donde sin remera un vecino pasea su panza como al sol.

Aunque se olvide por un rato de los dolores de cintura por la cama, de la floja musculatura de sus piernas que casi no caminan; es imposible no pensar, no sentir más que antes; que afuera está la vida y hoy se expresa entera, dibujada en cortina de agua, por momentos impenetrable, indivisible.

viernes, 11 de febrero de 2011

Pollito en fuga

Pollito en fuga

Es sábado a la noche, madrugada de domingo en realidad. Debería estar destacando que Fernando y Gonzalo se quedaron a cenar y estuvimos jugando con la PS2 durante un buen rato. Sin embargo, el efecto del Clonazepam se cortó a las tres y media de la mañana y acá estoy, aun despierto.



El sector está vacío, hace un par de días que los dos pacientes de al lado recibieron el alta. Puede escucharse el paso perdido de las seis patas de una hormiga en el rincón más oscuro de la habitación. Con más llovizna que imagen distingo un capítulo de los Simpson que dan por la tele e intento volverme a dormir luego de lo que pasó hace una hora. Acabo de enterarme, gracias a la enfermera y su de rutina, que fue lo que pasó. Algo más tranquilo recupero el sueño poco a poco.

Me dormí cuando se fueron los chicos, dejé la puerta entreabierta como siempre, para que el aire acondicionado del Hall cuele algo de fresco. Noche cálida, como para andar por la costa cerveceando (si bien un traguito colamos con los pibes). De pronto, como si se tratase de una brisa moviendo unas hojas escuche las bisagras de la puerta.

Abrí los ojos mirando fijo el piso a la altura de la almohada y veo que una silueta se asoma pasando el pasillo. Primero pensé en que era la enfermera que venía a vaciar el brocal, pero ¿Por qué no seguía avanzando? En medio de la interrogación reaccioné y levanté la cabeza para ver mejor. Unos pies descalzos refutaban la primer y única teoría, a partir de ese momento todo estaba por descubrirse. La bermuda a cuadros daba la impresión de que se trataba de un hombre, la remera clara entre las penumbras aportaba poco dato pero confirmaba la sospecha. En ese mismo instante me termino de sentar en la cama y miro a este personaje a los ojos, quien tímidamente pide disculpas y sale más asustado que yo.

Los dichos posteriores de mis informantes de lo cotidiano me han redondeado la historia de este paciente de la Sala, que en medio de la noche intentó irse. También se lo vio por el tercer piso y el quinto, pero la Guardia fue su Waterloo.

16 de enero de 2011

jueves, 10 de febrero de 2011

2 de enero a oscuras

2 de enero a oscuras

Se ciernen nubes bajo este mismo techo,
se torna oscuro lo que vendrá,
quién ocupará este espacio,
quién llenará el lugar de este cuerpo blando.

Mañana al despertar ¿Los ojos se abrirán?
Dónde está aquello que no alcanzo.
Dónde va la mano que se estira más allá
de la cama y nada puede alcanzar.

Sobre salto de dolor, de espanto.
Nada hay, ni nada habrá más allá.
No sé si es el fin de la historia
o el comienzo de otra más.

Todo se desvanece antes de tiempo,
quizás sea un corte fatal.
Lo siento con fuerza: el devenir se deja ir
el camino es negro para salir de aquí.

DaD. – 27 de enero de 2011

miércoles, 9 de febrero de 2011

El Hombre canilla

El Hombre canilla

Las vías intermitentes marcan el ritmo de los días, según pasan o no las transfusiones de plaquetas necesarias para evitar sangrados. Hoy jueves 30 de diciembre van a hacerme una tomografía para buscar algún ganglio en tórax, panza y pelvis; de esos que no se pueden palpar para ver si hay alguna infección limitando las plaquetas. Me sacan los centímetros de vía que van desde el abocat hasta la canilla que le da dos entradas a la manguerita. Mi brazo tiene una canilla. Ahora si soy todo un espécimen.

Me pasan el contraste, son las 11am y estoy en ayunas. El camillero me anuncia que en un rato me pasa a buscar. Se hacen las 12 es la hora señalada. Nada pasa, nada se mueve, nada se transforma. Pasando las 13 mi vieja intenta averiguar algo. “la tomógrafa se tuvo que ir a hacer un tramite a la Municipalidad, ahora vuelve”

“Y nos dieron las 10 y las 11…” Las 14, las 15 y las 16. Sigo sin probar bocado, esperando. Enojada, mi mamá baja a ver qué pasa y reclamar por las horas que llevo sin alimento y sin tomografía. Resulta ser que ahora no anda el tomógrafo, que me vaya a comprar algo para comer por que la tomografía no se va a realizar.


martes, 8 de febrero de 2011

Parte 2 – Una noche de miércoles

Parte 2 – Una noche de miércoles

Tras largos días de calor, sobreviviendo con un ventilador y la humedad de mi propia transpiración, el miércoles 29 seguíamos esperando respuestas. La Doctora no tiene problema alguno con que yo deambule un poco, aunque sea dentro de la habitación a pesar de mi conteo bajo de plaquetas “Sos una persona joven, lúcida, no podemos dejarte totalmente quieto”.

Una pena que ese mensaje no les llegue a algunos. El día pasó como todos, pero como siempre las tardes-noches traen vampiros, en este caso residentes. Caen cuatro en fila a revisarme y hacer comentarios varios, para que me quede quieto por los altos riesgos de mi salud.

Llegó una chica, un rato después mientras yo estaba sentado en la cama. Me recuesta y me sentencia a una estadía de horizontalidad plena, en la que no puedo ir al baño y debo pedir el papagayo para no moverme. La mire a los ojos y mi expresión fue tan impensada como sincera y sin anestesia: -Flaca ¿Vos queres que me suicide?
La cuestión es que salió inmediatamente de la habitación para no verla nunca más.

Pero horas después la revancha. Entran cuatro que nunca supe si eran los mismos, con barbijos todos se parecen, sobre todo si el discurso es reproducido por una cinta previamente grabada: que no me mueva, que mi nivel de plaquetas es bajo, que si me caigo y me golpeo me desangro, etc. y miedos. Insisto, los suyos. Que poco a poco se van convirtiendo en los míos, para que en la oscuridad más oscura se ennegrezca más la noche.

Igual queda una frutilla para decorar el postre. Con su barbijo se me acerca, muy cerca, me mira fijo a los ojos en típica imagen cinematográfica de Parca que viene a tachar a otro de su lista.
- ¿Te acordas quién soy?
- Qué sé yo, pasaron tantos.
- Soy el que te hizo el aislamiento
No sé si levantarme y pegarle, la verdad es que mi incredulidad e indignación sobrepasa cualquier intento de violencia física. Se va, busca el tensiómetro, estoy medio dormido y muy cansado como para comprender. Me toma la presión, una y dos veces: - está alta, 16, 17 (si, no sabe ni cuanta presión tengo) dicho eso se va.

¡Es un mata sanos! Exclamo inmediatamente, no paso nunca de 14 de presión y este cornudo viene dos segundos y me dice, dudando, que tengo 16/17 y se va sin más… ¿Qué onda chabón? La noche es aún más pesada.

No puedo dormir, voy a morir” repite Homero Simpson en un clásico. Sin tanta paranoia mi situación es similar.

Por suerte el miércoles le da lugar al jueves y me quejo con todos los que me puedo quejar. La Doctora sonríe y exclama “míralo, tan tranquilo que llegó me lo están enloqueciendo, te vas a terminar de curar cuando salgas de acá”.

Por suerte para la naturaleza humana, el revuelo tiene efecto y los residentes desaparecen de una vez y para siempre de esta habitación.

lunes, 7 de febrero de 2011

Desfile de Residentes - Parte 1

Desfile de Residentes

Si estos son días difíciles, es increíble como algunos te los complican aún más. Inexperiencia-experiencia, que mierda importa si el que está en medio de ese proceso es uno con su cuerpo débil y un signo de interrogación clavado en el pecho. Las cosas no son claras, llevo solo un par de días acá y aun no sé en qué estado me encuentro y estos muchachos deambulan por todos lados buscando cosas que no saben lo que son. Por momentos parece que su objetivo es solo confundirme. Lo peor de todo es que entre esta percepción tan sensitiva les intuyo más miedo a ellos.

Parte 1 – De pinchazos vacíos y puertas cerradas (Los Grinch)

Es sábado 25 de diciembre y la Navidad se consume en sus últimas horas. Estoy recostado intentando dormir, cuando caen dos de los residentes a evaluar mi condición como ocurre cada dos horas. Él tiene una jeringa e intenta sacar sangre, ella sale a buscar no sé qué. Dos pinchazos en el brazo izquierdo, dos pinchazos que escarban en busca de una vena que no aparece, que no encuentra que duele y lo resigna a abandonar ante la insistencia de su compañera que acaba de volver al grito patriótico de “deja que lo hago yo”.

Su medida es mucho más extrema, buscará sangre de arteria en mi muñeca, ahí donde el Radio se hace Falange. Su primer intento tiene el efecto deseado por ella, sale sangre. Pero no tiene en cuenta que mientras gota a gota la jeringa acumula algo de mis líquidos, el pulgar se endurece en formato calambre que se extiende hasta el hombro. El dolor es mucho, no lo soporto. ¡Para colmo se queja de que me moví! (debería agradecerme, la tenía a la altura justa para una patada en la nuca).

Reflexionó unos instantes, sobre todo al mostrarle la inflamación a la altura del pinchazo. Era obvio que la extracción era necesaria, pero que tanto sufrir era realmente improductivo. Opto por la ingle y de allí se llevó no solo mi sangre, sino que además mi última cuota de aliento. El Calambre no tardó y mis pasos se multiplicaron durante media hora por el Hall.

Pero se hizo domingo, eran las ocho y media, cuando con barbijo, camisolín y guantes se asoma otro residente a decirme que desde ese momento las puertas se me iban a dejar cerradas, que yo no podía salir más dado a que mi estado neutropenico era grave y se fue.

domingo, 6 de febrero de 2011

Una noche buena algo diferente

Una noche buena algo diferente

Llegó el 24 de diciembre. Cambio el sostén del suero de lugar para poder salir al pasillo, me siento en una silla de ruedas como viejito saludando la tarde en la vereda. A los oídos la Rock and Pop y a los ojos la matutina visita de mi viejo antes de irse a trabajar. Pasa una doctora, nos explica el cuadro neutropenico dado por los bajos glóbulos blancos y las ya sabidas plaquetas bajas (o plaquetopenia).

Pasado el mediodía, y tras recibir el primer alimento hospitalario, me consideran afortunado. En tan solo 24 horas de internación se liberó una cama en el Sector de Aislamiento. La habitación 2 se está limpiando para recibirme.

¿No es adorable? un bombón, miralo viene solito, hasta la historia clínica trae” se la escucha a la misma doctora al verme escapar del box (suero en mano) para cambiar de lugar.

Primer piso, a pie por ascensor. Me acompañan mi vieja y una de las enfermeras de la Guardia. Llegamos, vaya uno a saber por cuantos días estaré mirando por esta ventana que da al Oeste. La calle es Caseros esquina Francia. En cada esquina dos negocios que hacen comida para llevar; uno es bar, el otro maxikiosco y polirubro, un par de casas sobre la paralela (Caseros) antes de otro lugar que apenas percibo pero que también preparan comida.

Una enfermera me recuerda que Papa Noel suele pasar a visitar, con algo de pan dulce o un caramelito, pero que siempre pasa. Hoy es su día.

Ya saben mis viejos que se pueden quedar a cenar. Armaremos como sea una comidita de navidad. Unos sándwiches, de esos que valen un poco más. Los recordaba con mejor sabor, quizás el día y la gran cantidad que preparan para estas ocasiones no les permitían una mejor terminación (supongo que el ánimo tampoco suma demasiado). Igual el de pavita cotiza en bolsa.

El hambre es pasado y los minutos que le restan a las cero horas se estiran más y más. Pero por suerte llega Papa Noel. El reloj está cerca de las 23, trae una bolsita de gomitas para darme una y endulzar la navidad. Luego de varios intentos fallidos por una foto con el celular por parte de mi viejo, es inevitable salir con muy mala cara.

Acá lo pasamos, con los dos celulares en altavoz sintonizados en la misma radio para volver el sonido estéreo… brindamos (con agua y gaseosa) mientras los colores artificiales vestían un poco el cielo de festejos ajenos. No faltó lo dulce ni un regalo. Antes de la una o un poco después me quedo solo, sin nostalgia y sin padecimiento me tiro a dormir.

la cara de ogt es por los 20' q tardaron para la foto

sábado, 5 de febrero de 2011

Parte 5 - Dormir en cuotas

Dormir en cuotas

El paso que vuelve extensa la madrugada. La música acompaña suave al oído y antes de las cero estoy durmiendo. Unos 40 minutos después, un exceso de sudor de remera y barbijo, que inundados me despiertan. Con cierto asombro e interrogación veo la cortina abierta, en mi alrededor no hay nadie; opto por permanecer despierto lo más que pueda hasta que llega una enfermera. Con tono de ángel me comenta que hacia un rato me vio todo sudado y pasaba a preguntar si necesitaba algo. Agradecí tan amable gesto y reponiendo la música opte por dormir lo más que pueda. Sin embargo la cabeza deambula vaya uno a saber por dónde. Creo que dormí o que no volví a completar el círculo del sueño. Qué más da, recién son las 2:11am. Y todo sigue igual… un par de canciones y el manto onírico toma un pequeño lugar.

Pasan diez de las tres (o doce horas de suero) giro y giro en la camilla, me siento en ella y observo las últimas gotas fisiológicas que me hidratan. Espero a ver si alguien se asoma, si algo se oye… un rato más tarde en la lejanía se adivinan pasos que se van. Entonces me levanto, camino hacia el baño, nadie transita. De regreso en mi cubículo se produce el milagro, veo pasar enfermeras. En su vuelta logro advertirles mi reclamo de atención necesaria, una de ellas ingresa y le pido otra ronda de bebida endovenosa. La renga en la radio, lo disfruto como en aquellos recitales y como si se tratase del último tema del show, apago todo al terminar. Dormir fue pestañar, pero ya son las 4:20hs donde el vuelo se hace sin escalas hasta las seis de la mañana, la hora de la rutina médica.

viernes, 4 de febrero de 2011

Parte 4 - 23:00hs. – Ecos pasados.

Ecos pasados.

Un minuto fue suficiente para el estallido de gente y para que la vecina, señora de avanzada edad, comience a gritar en un tono que me trae un pasado, o dos. Uno de mi abuela que en su miedo anticipatorio al contacto medico comenzaba a elevar su plegaria de lamento. Onomatopeyas de dolor sin contacto físico de quien la revisa.
El susto la lleva a buscar el refugio inconsciente en los cuidados cálidos de su niñez: Ma’, mamá, mamita ¿Dónde estás?
La mente busca un lugar en el cual sentirse seguro, transmitir calma. Mi abuelo suele volver a los tiempos del barco, de la pequeña navegación comercial por el Luján, el Sarmiento, el Capitán, soles cayendo en medio del Paraná. Un Delta que en estos tiempos poco tiene que ver con aquel y cada día mucho menos. Sus tiempos felices, los anteriores al accidente de quien “más que esposa fue una compañera”.
Que plan divino, que ingenio natural tan extraño, que el cuerpo brinde la fantasía de lo real, para intentar aliviarnos.

jueves, 3 de febrero de 2011

Parte 3 - 22:00hs - Todo es la noche

Todo es la noche

Por la ventana esmerilada la extensión de la noche es totalmente rosa. Se adivinan reflejos de las sombras del viento que transita la calle. El afuera, el exterior, el proceder a este box, el seis de ocho.
Desde acá, entre llamados telefónicos, entiendo que todo se desarrolla con la normalidad nocturna de una guardia hospitalaria. Las cajas receptoras de personas se completan y se vacían rápidamente, de manera constante, de momento nada permanente. Con la excepción de inquilinos, como yo.

Bellas residentes galantean por el pasillo. Su pasar dura los segundos que la cortina lo permite. Todos por cenar, hablan de pizzas y de empanadas, mientras yo a puro sándwich de miga les anticipo la saciedad con el deseo de sumarme a tan deliciosa receta médica.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Parte 2 - 15:30hs – Versos

Versos al neutro-plaquetopenico.

Retumba con crudeza,
se dibuja en ondas el goteo constante
que tras largo viaje,
se mezcla en mi sangre,

floja aquella de sus cualidades.
Interno baile de pasillos libres
de blancos precoces que emigraron
hace tiempo y sin restricciones.

Llegará la calma
desde el extranjero
por tubos sin nudos
como este maldito gotero.

martes, 1 de febrero de 2011

Retazos de un 23 de diciembre extendido - P. 1

Hospital Bernardo Houssey – Irigoyen 1757 – Florida, Vicente López, Buenos Aires.

Retazos de un 23 de diciembre extendido

Parte 1 - 8:00am – Si, soy yo.

Una vez extraída la sangre y nuevamente depositada la presencia en sala de espera, resurge el asombro:
Cuando entré para la extracción quienes me atendieron sabían quién era yo. No en nombre, sino que en presencia, en haber llegado por parte de la doctora. ¿Cómo se dieron cuenta antes de que hable, que yo era yo? ¿Qué les dijo la doctora?

Desde el ego podemos plantear un par de circunstancias: a) Mi fama en tono radial ha llegado impensadamente lejos, o b) – Miren que va a venir un joven de aspecto Toro Salvaje, tan guapo como encantador, cuyo brillo nos encandilará.
Poniendo los pies sobre la tierra, seguramente se dio una descripción tan pobre y común como efectiva: va a venir un pibe, algo joven, gordito, medio pelado y con barba.

La hematóloga me anuncia que los resultados demandaran unas horas y me recomienda irme un rato. Entonces con mi vieja optamos por salir a pasear. Un desayuno, un par de vueltas, unos rayos de sol en la cara y volver al Hospital luego de comprar algunos regalitos para Navidad. Volverse a cruzar con la especialista que desde el fondo del mar de gente me llama con un ademán y me interroga: ¿Viniste con alguien más?

Así, con esa simple expresión, la opción de quedarse internado era inamovible.