Viste de chaleco negro como su pantalón, y una camisa blanca; lo analizo buscando posibles artefactos explosivos entre sus ropas. Nada parece rellenarla. La única posibilidad está en que esa Biblia no sea tal. Llegamos Uruguay, no sé si la gente se baja o huye. En su mano derecha un anillo le viste como garra el dedo índice, plateado como el parante de metal en que se apoya.
Completa esta imagen rara de viernes por la noche, la voz lúgubre con la que se anuncia “Estación Carlos Pellegrini, combinación línea C y D”.
DaD. – 18 de junio de 2010

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