Pequeño reglamento
para hacer fila en el supermercado
En un mundo cada vez más tecnológico, donde el contacto con
el otro tiende a ser cada vez más mediatizado, es decir la comunicación cara a
cara invierte s rol para ser el paso secundario en el establecimiento de algún
tipo de relación, aún existen lugares y momentos, donde la aproximación es
posible y en todos ellos suelen ser de forma masiva. Más allá de la figura de
los eventos sociales; reuniones, obras de teatro, conciertos y espectáculos deportivos;
son las filas.
Estas reúnen varios puntos en los que generan un gran
rechazo. El principal es, sin lugar a dudas, lo que representan como símbolo
que es la espera. De más está aclarar que a mayor longitud mayor la
demora.
El destino de las colas
(curioso sinónimo) cambian según su objetivo: sacar entradas, hacer trámites,
abordar el transporte público, subirse a un juego mecánico, ver al médico,
hacer firmar un autógrafo, entre otros; pero hay una que se diferencia de todas
las anteriores y es la del supermercado.
Se va al Supermercado con el objetivo de hacer las compras
lo más rápido posible. Incluso en un análisis observacional se pueden descubrir
diferentes tácticas para conseguir el objetivo.
Estas estrategias tienen que ver con diferentes trazados en el recorrido;
una es la llamada “económica”, es la que
se desarrolla según las prioridades en la mercadería y va desde lo imprescindible
hasta lo banal. Una segunda es el modo “tetris”
y aquí se aplica un trabajo cerebral para ordenar los productos desde los más
pesados y/o grandes en la base el changuito hacia los más livianos y/o pesados
en la parte superior. Por último y para no extendernos demasiado citamos a los “autómatas”
que obedecen al orden del zigzag preestablecido
por el propio local. En definitiva, se use el método que se use todos terminan
en la fila de la caja.
Una vez establecidos en la cadena,
chango-persona-chango-persona, que se considera fila aparece uno de los peores
especímenes que ha dado la humanidad. Son aquellas personas que abandonan el
carrito en un raudo viaje hacia la góndola en busca de un producto supuestamente
olvidado. Estas personas rompen un
código social-comercial preestablecido desde hace años. ¿O acaso hacer la cola
no representa la finalización de la compra? Pues sí, cuando se pasa al estado
de “colista” se abandona el anterior de “selector” uno no puede ser las dos cosas
al mismo tiempo, es pretender contar y esconderse jugando a las escondidas.
Esta práctica, seguramente, haya aparecido como un acto de
confianza y sinceridad de alguien que alguna vez se olvidó un producto y se
disculpó para tener que ir a buscarlo. Poco a poco este hecho fue de alguna
manera expandiéndose hasta popularizarse para derivar en el abuso de la buena
fe de la gente. Siendo que además algunos inescrupulosos dejan su puesto en
reiteradas ocasiones y este es el acto que hay que denunciar a fin de poder
establecer un reglamento que nos permita convivir en paz dentro del
Supermercado.
Así lo recomendó Walter Huver, vicepresidente 3° de “Una
fila ordenada, es un mundo ordenado” la
ONG que le dio forma a la figura de “colado” y que cree que esta clase de
personas encajan en esa categoría. “Estas personas, generalmente disfrazadas de
señoras cansadas de la cotidianeidad, no son de fiar si uno se distrae te hacen
cinco viajar chango-gondola-chango” comenta Huver y añade “Por eso establecimos
un reglamento que esperemos sea aprobado, dado que la armonía de una buena fila
está en serio peligro de romperse. De seguir así va a llegar el día en que
alguien deje su carro en el primer puesto de la registradora y desde allí comience a llenarlo”.
Ante esto este es el
pequeño reglamento establecido para logar que la fila no se vuelva un caos.
Art. 1:
Tolerancia. Creemos que de buena fe alguien puede olvidarse un producto (uno y
solo uno) por lo que debería permitirse ese único alejamiento de su chango.
Art. 2: El piola
del chango. Se establece esta figura a fin de denominar a aquella persona que
estando en la fila del supermercado sufra un segundo olvido o más.
Art. 3: Aquella
persona abandona su puesto por segunda vez (desde aquí categorizado como “El piola del chango”) deberá
retroceder un lugar en la fila. Es decir si estaba 4°(Cuarto) caerá a la 5°(Quinto) ubicación.
Art. 4: En caso
de que “El piola del chango” se aparte una tercera vez, serán 2(dos) los
puestos a perder por este. Ya caído al 5°(Quinto) eslabón pasará al 7°(séptimo)
y
a partir de aquí irá cediendo dos puestos en cada viaje que realice.
Art. 5: En caso
de reiterado incumplimiento de estas normas por parte de la misma o varias
personas, el local deberá contratar
personal idóneo a fin de mantener el orden.
Así mismo deberá confeccionar una lista para establecer futuras
sanciones a aquellos “piolas del chango” que reincidan en este u otros establecimientos.
Art. 6: Las
mencionadas sanciones serán un límite a la cantidad de productos que “el piola
del chango” puede comprar. En caso de no
corregir su conducta se le deberá proveer de un psicólogo a fin de llevar un
tratamiento adecuado.
No lo olvide, un piola del chango no es una persona
cualquiera, es alguien que abusa de su confianza. Una fila ordenada, es un
mundo ordenado.