Cuando el amanecer duele
Sale el sol para dibujar el horizonte.
Sobre la almohada intranquila brota rabia e impotencia de la trasnoche donde los dientes se masticaban. Lo despertó un sueño, de esos que pesan; de los que caen con tanta fuerza que laceran la piel sobre el colchón y dejan heridas internas.
Afuera se está despertando el blanco de las nubes, entre sábanas naranjas y oscuras.
Los parpados saltan al ritmo de la respiración agitada, los ojos buscan rincones donde esconderse del resplandor que trae la amenaza del día; de afrontarlo sin ella, de la primera mañana donde el sueño no es verla, tampoco esperarla. Una página en blanco cargada de futuro incierto y de lágrimas que drenan.
DaD.- 10 de marzo de 2017
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