Madrugada

… y llegó la madrugada, tentadora de sueños y de pesadillas que me encuentran despierto y no me pueden atacar o endulzar. Madrugada tibia sin sabanas revueltas, con brazos fríos y esta silla caliente.
Madrugada vengativa que hace naufragar a la mente, el duelo es entre ellas y el espectador de lujo es el silencio. Mi cuerpo será la victima, es el ser indeseado por ambas y por todas las que no están acá, que nunca estuvieron, ni estarán. Un chuchillo se oye volar, es la daga de la soledad que viaja directo al pecho. Manos sin tacto, sin derechos, destruidas por el oxido que invade lo quieto, corroídas como el sendero de las lagrimas en mis mejillas.
Está triste el río, no tiene sombra en esta madrugada, silenciosa por demás. Rojiza. Dónde se habrán ido los grillos, dónde estarán alumbrando las luciérnagas. Que parejo es el color de esta noche en la que nada pasa, nada, solo la sangre que comienza a brotar por el filo de la daga.
Veo una hoja moverse en lo alto del plátano. Se mueve y agita en soledad, como queriendo saludar, creo que ha visto a mi remera teñirse de rojo y se esta despidiendo. ¿Llegarán ángeles para verme partir? ¿O el fin será igual que todo el resto?
Un suspiro, el silencio y una gran vacío interno… y más silencio.

DaD. - 06 de noviembre

las 4 de la mañana y todo sereno