viernes, 25 de enero de 2008

Consecuencias

Ahora que tus ojos son cosa del pasado
entendí que nunca me han mirado,
ahora que las risas no están a mi lado
ni cerca, ni lejos, que se han esfumado;

vi los puñales clavados en la espalda
y el hacha oxidada que me atravesaba.
Mataste mi tiempo, ahogaste a mis ganas
y comprendí que los ángeles tienen alas.

Las ninfas y las pocas musas que mantenía
cercanas han desaparecido por estar de rodillas
frente a tu mente despiadada, cruel tiranía
la de tus labios de besos en las mejillas.

Acompañado del viento espero aquí
donde las sombras se estiran detrás de mi,
y el canto del zorzal augura un buen porvenir.
Siempre será renacer y sobrevivir.

DaD. – 25 de enero de 2008

martes, 22 de enero de 2008

Walter Huver – 27 de diciembre de 1997

Visión

Anoche vi mi propia muerte, entre sombras de luna llena. Hincadas las rodillas, de cara al pasto celeste y las manos frías como el aire del entorno. Encontré tus ojos, puñales del demonio, helaron más mis venas; sentí tu pelo, la soga en el cuello y tirité ante la mueca siniestra escondida detrás de tu sonrisa.
Luego, la luz blanca e infinita dejó abajo un colchón de sueños rotos con nombre y apellido...
y la calma...

miércoles, 9 de enero de 2008

Walter Huver - Enero 1 de 1998

Punto seguido

Se extinguió del cielo la última estrella
un año nuevo vestido de sol comienza.
Ya no hay llanto, ni lugar al lamento
queda la mirada vacía hacia el firmamento.

El revolver cargado aguarda en silencio,
de a ratos lo acarician mis dedos
que firmes juegan al posarse en el gatillo,
tentadora idea para el punto final del estribillo.

El sol se posó en lo más alto,
sobre la mesa sale humo del caño,
en el fondo de la habitación tu retrato
y en el medio de tu frente un disparo.

sábado, 5 de enero de 2008

Amantes

El viento del sur viene cálido y sonoro,
lírico el canto del suburbio en coro
llega al pecho de mi tierra fértil
callando otras voces y algún grito estéril.

Elige para el cielo el color que prefieras
que lo pintaré entero y con delicadeza,
cambiaré de toda tu sonrisa una mueca
por rosas en miles de docenas.

Amante en tu pecho ceñido de tristeza,
jugaré en medio de la nube espesa
que termina en el contorno de tu cadera
hasta desatar un fuerte tormenta.

DaD. – 05 de enero de 2008