Anoche vi mi propia muerte, entre sombras de luna llena. Hincadas las rodillas, de cara al pasto celeste y las manos frías como el aire del entorno. Encontré tus ojos, puñales del demonio, helaron más mis venas; sentí tu pelo, la soga en el cuello y tirité ante la mueca siniestra escondida detrás de tu sonrisa.
Luego, la luz blanca e infinita dejó abajo un colchón de sueños rotos con nombre y apellido...
y la calma...
3 comentarios:
ayh!!!!!!!!
Hola, te visito desde el laburo, de paso me pongo al día.
Besos!!!
uzzzzzz...tremendo... :O
moyyy buenooo *lau*
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