Allí estaba, tras su operación, con el respaldo de la cama levantado. Dormía. El oxigeno del tubo le entraba por la traquea y un vendaje le recubría la cara, allí donde nacía su problema.
Más tarde, cuando sentí que ya estaba despierto pasé a saludar. Era rara la imagen, toda la fragilidad de un hombre que hasta hacia una semana no deja de caminar, de mostrar o demostrar su fortaleza. Me cuesta entender lo que me dice al hablar, sin embargo, logro escuchar: - la pase jodido. (después me contarán que salió de la anestesia en un estado violento).
Me anotó el celular para que le cargue credito, nunca le pedí plata para eso, pero tanto buscar nos hizo dar cuenta que ya no tenía un peso. Él culpó a un robo, el jefe de enfermería a los gastos en cigarrillos, en esto y aquello que García solía tener. (las dos opciones suenan válidas).
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