El asesinato de Daniel Koxis
Lo vi desfilar por el pasillo en cuadro irrecuperable. La camilla subía por la rampa con toda la velocidad que se le podía dar, aun respiraba, le oprimían el cuello para frenar la hemorragia en el lugar donde supuse, una bala tenía algo que ver.
Sin embargo desde mi punto de vista cenital, el cuadro era más grave. Puedo intuir que su destino próximo es el punto final. La sangre por su boca se derrama en cantidad, le baña hasta el pecho, dudo que la situación tenga una vuelta atrás.
En la vereda de enfrente la imagen era más fuerte. Quien llora es su hijo. Vestía un pantaloncito de fútbol, estaba sin remera y descalzo. En pies y manos se le secaba la sangre de su progenitor. Dio vueltas buscando explicaciones en el aire, en medio de la calle cargada de patrulleros y policías que lo acompañaron hasta nosocomio. Se quedó sentado contra la pared, mirando fijo la entrada de la Guardia, allí donde se desprendió de él. Algunas mujeres eventuales o no, intentan el consuelo de la caricia en el pelo, pero sus ojos están en otro lugar, es probable que estén repasando los hechos que en apenas minutos le están cambiando la vida.
Los policías que trajeron y acompañaron a la víctima se comunican por radio para ampliar la situación desde acá y seguramente averiguar cómo están las cosas en el lugar de los hechos, que no es lejos del Hospital. La gente que se acerca para ver al chico o hablar con los vigi lo hace a pie. Uno de los uniformados intentab ampliar el relato del rubio desconsolado, mientras otro ingresaba por la emergencia al Houssey.
Desde mi habitación comience a hablar con los enfermeros para intentar conseguir algo de información como en el caso anterior. Pero esta vez no están muy enterados, incluso le comente al de limpieza, que intentará averiguar con sus colegas.
Un día después me cuentan del nombre y de lo confuso de la situación, parientes de visita me completan el resto. Otra foto que no existe.
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