Un pequeño lugar en La Plata
Cruzas la calle atravesando el boulevard y te metes derechito. Ahí te recibe Alfredo a no ser, claro, que esté justo atendiendo en otra mesa. Cordialmente te saluda y repite tu pedido al encargado de la cocina. El ambiente es agradable, los habitué de la mañana tiene cierta relación hospitalaria previa.
Hay un televisor siempre apagado, de fondo suenan tangos en continuado. Cinco heladeras se esconden a la vista en un costado con bebidas para cuando el Café se convierte en Restaurante y en las paredes varios cuadros emulan viejas publicidades de bebidas.
Tal vez el café no sea de excelencia pero cumple sus dos requisitos básicos; mantener el buen sabor y su temperatura al bajar en la tasa (¡En tu cara McCafecito!) y las medialunas calentitas acompañan muy bien. Los diarios gratuitos circulan por las 13 mesas circundadas por las sillas que componen la recepción.
Se hace inevitable oír los rumores vecinos que entretienen con historias de la medicina, mientras la rubia entrada en años con su voz fuerte de cigarrillo habla de su Independiente en mala situación, aportando soluciones factibles y recriminando los puntos perdidos.
Pequeñas historias de café, que distraen la mañana antes de volver a cruzar la calle.
2 comentarios:
PRIMERA
solo eso
es para que veas que si leo
no sabia nada de competencias...sos un dandy....
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