Dormir en cuotas
El paso que vuelve extensa la madrugada. La música acompaña suave al oído y antes de las cero estoy durmiendo. Unos 40 minutos después, un exceso de sudor de remera y barbijo, que inundados me despiertan. Con cierto asombro e interrogación veo la cortina abierta, en mi alrededor no hay nadie; opto por permanecer despierto lo más que pueda hasta que llega una enfermera. Con tono de ángel me comenta que hacia un rato me vio todo sudado y pasaba a preguntar si necesitaba algo. Agradecí tan amable gesto y reponiendo la música opte por dormir lo más que pueda. Sin embargo la cabeza deambula vaya uno a saber por dónde. Creo que dormí o que no volví a completar el círculo del sueño. Qué más da, recién son las 2:11am. Y todo sigue igual… un par de canciones y el manto onírico toma un pequeño lugar.
Pasan diez de las tres (o doce horas de suero) giro y giro en la camilla, me siento en ella y observo las últimas gotas fisiológicas que me hidratan. Espero a ver si alguien se asoma, si algo se oye… un rato más tarde en la lejanía se adivinan pasos que se van. Entonces me levanto, camino hacia el baño, nadie transita. De regreso en mi cubículo se produce el milagro, veo pasar enfermeras. En su vuelta logro advertirles mi reclamo de atención necesaria, una de ellas ingresa y le pido otra ronda de bebida endovenosa. La renga en la radio, lo disfruto como en aquellos recitales y como si se tratase del último tema del show, apago todo al terminar. Dormir fue pestañar, pero ya son las 4:20hs donde el vuelo se hace sin escalas hasta las seis de la mañana, la hora de la rutina médica.
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