Una noche buena algo diferente
Llegó el 24 de diciembre. Cambio el sostén del suero de lugar para poder salir al pasillo, me siento en una silla de ruedas como viejito saludando la tarde en la vereda. A los oídos la Rock and Pop y a los ojos la matutina visita de mi viejo antes de irse a trabajar. Pasa una doctora, nos explica el cuadro neutropenico dado por los bajos glóbulos blancos y las ya sabidas plaquetas bajas (o plaquetopenia).
Pasado el mediodía, y tras recibir el primer alimento hospitalario, me consideran afortunado. En tan solo 24 horas de internación se liberó una cama en el Sector de Aislamiento. La habitación 2 se está limpiando para recibirme.
“¿No es adorable? un bombón, miralo viene solito, hasta la historia clínica trae” se la escucha a la misma doctora al verme escapar del box (suero en mano) para cambiar de lugar.
Primer piso, a pie por ascensor. Me acompañan mi vieja y una de las enfermeras de la Guardia. Llegamos, vaya uno a saber por cuantos días estaré mirando por esta ventana que da al Oeste. La calle es Caseros esquina Francia. En cada esquina dos negocios que hacen comida para llevar; uno es bar, el otro maxikiosco y polirubro, un par de casas sobre la paralela (Caseros) antes de otro lugar que apenas percibo pero que también preparan comida.
Una enfermera me recuerda que Papa Noel suele pasar a visitar, con algo de pan dulce o un caramelito, pero que siempre pasa. Hoy es su día.
Ya saben mis viejos que se pueden quedar a cenar. Armaremos como sea una comidita de navidad. Unos sándwiches, de esos que valen un poco más. Los recordaba con mejor sabor, quizás el día y la gran cantidad que preparan para estas ocasiones no les permitían una mejor terminación (supongo que el ánimo tampoco suma demasiado). Igual el de pavita cotiza en bolsa.
El hambre es pasado y los minutos que le restan a las cero horas se estiran más y más. Pero por suerte llega Papa Noel. El reloj está cerca de las 23, trae una bolsita de gomitas para darme una y endulzar la navidad. Luego de varios intentos fallidos por una foto con el celular por parte de mi viejo, es inevitable salir con muy mala cara.
Acá lo pasamos, con los dos celulares en altavoz sintonizados en la misma radio para volver el sonido estéreo… brindamos (con agua y gaseosa) mientras los colores artificiales vestían un poco el cielo de festejos ajenos. No faltó lo dulce ni un regalo. Antes de la una o un poco después me quedo solo, sin nostalgia y sin padecimiento me tiro a dormir.
la cara de ogt es por los 20' q tardaron para la foto
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