viernes, 11 de febrero de 2011

Pollito en fuga

Pollito en fuga

Es sábado a la noche, madrugada de domingo en realidad. Debería estar destacando que Fernando y Gonzalo se quedaron a cenar y estuvimos jugando con la PS2 durante un buen rato. Sin embargo, el efecto del Clonazepam se cortó a las tres y media de la mañana y acá estoy, aun despierto.



El sector está vacío, hace un par de días que los dos pacientes de al lado recibieron el alta. Puede escucharse el paso perdido de las seis patas de una hormiga en el rincón más oscuro de la habitación. Con más llovizna que imagen distingo un capítulo de los Simpson que dan por la tele e intento volverme a dormir luego de lo que pasó hace una hora. Acabo de enterarme, gracias a la enfermera y su de rutina, que fue lo que pasó. Algo más tranquilo recupero el sueño poco a poco.

Me dormí cuando se fueron los chicos, dejé la puerta entreabierta como siempre, para que el aire acondicionado del Hall cuele algo de fresco. Noche cálida, como para andar por la costa cerveceando (si bien un traguito colamos con los pibes). De pronto, como si se tratase de una brisa moviendo unas hojas escuche las bisagras de la puerta.

Abrí los ojos mirando fijo el piso a la altura de la almohada y veo que una silueta se asoma pasando el pasillo. Primero pensé en que era la enfermera que venía a vaciar el brocal, pero ¿Por qué no seguía avanzando? En medio de la interrogación reaccioné y levanté la cabeza para ver mejor. Unos pies descalzos refutaban la primer y única teoría, a partir de ese momento todo estaba por descubrirse. La bermuda a cuadros daba la impresión de que se trataba de un hombre, la remera clara entre las penumbras aportaba poco dato pero confirmaba la sospecha. En ese mismo instante me termino de sentar en la cama y miro a este personaje a los ojos, quien tímidamente pide disculpas y sale más asustado que yo.

Los dichos posteriores de mis informantes de lo cotidiano me han redondeado la historia de este paciente de la Sala, que en medio de la noche intentó irse. También se lo vio por el tercer piso y el quinto, pero la Guardia fue su Waterloo.

16 de enero de 2011

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, mira que no te puedes quejar del todo, casi nadie vive historias como esta en un hospital!! ;)

Gaby

Anónimo dijo...

Antes pan, ahora clonazepan...